Arte y Figura

ARTE

Y

FIGURA

POR “EL NOLO”

Continuamos con Libro “Antonio Bienvenida, El Arte del Toreo”, por José Luis Rodríguez Peral

Curro Rivera

Cuando nace alguien dotado para la tauromaquia y también es de estirpe taurina, se da el caso de que además de nacer, se hace torero. Tal sucedió con Curro Rivera, de quien podría decirse que aun antes de venir al mundo, cuando su padre Fermín conoció a su madre Doña Ángeles en una pensión madrileña llamada “La Bilbanía”, administrada por su familia, estaba ya escrito que algún hijo de ese matrimonio debía ser una gran figura del toreo, para continuar un indudable atavismo.

De este modo, Curro se inicia de novillero y hace el aprendizaje muy rápidamente. Cuando debuta en la “México” en 1968 y repite en otra novillada con éxito inusitado, se dijo que empezaba por donde termino su padre, el gran Maestro de San Luis, matando además a los toros según la técnica de su tío Martin Agüero, quien con la espada en mano siempre se contó entre los más grandes.

Por otra parte hizo algo nuevo, ultramoderno, en la década de los Beatles, el pelo largo y la juventud rebelde: se adornaba en los cites con vueltas y afarolados, lo que entre bromas y veras concentraba la atención del público, y luego cuando se pasaba al toro en muletazos larguísimo, provocaba un entusiasmo aún mayor.

El gran coronista Pepe Alameda calificó esta modalidad como cites psicodélicos, palabra de moda entre la juventud de entonces para designar a las condiciones del ambiente capaces de crear un estado de ánimo propicio a la diversión.

Sabiamente administrado por su padre, después de esas dos novilladas toma la alternativa en Torreón, siendo todavía casi un niño. Al día siguiente va a Ciudad Juárez, donde sobreviene la primera cornada. Pero Curro supera cualquier obstáculo y cuando viene a México de matador esa misma temporada invernal, acaba por triunfar clamorosamente con el toro “Soy de Seda” de Piedras Negras, para obtener el Estoque de Oro en disputa.

Arrolla también la siguiente temporada y se dirige a España en año de 1971. Compite con los mejores, verdaderos ídolos de la tauromaquia española, como “El Cordobés”, Camino, Puerta, Ordoñez y “El Viti”, dando siempre la pelea. Durante la feria de San Isidro de 1972 les corta las orejas a sus dos toros de Atanasio Fernández, “Cigarrero” y “Pitito”, en tarde memorable en que Palomo “Linares” corta un rabo y Andrés Vázquez triunfa también.

Prodiga el “circurret”, término ideado igualmente por Pepe Alameda, para designar al muletazo de su invención, rematando los derechazos por alto en la espalda, y alargar los pases hasta lograr círculos completos que ligaba un toro tras otro.

Tal parecía que su horizonte taurino no tenía fin. Pero entonces, un joven con poco más de 20 años, se rebela ante la tutela paterna y decide seguir su carrera de manera independiente. Así lo hizo hasta su retirada en 1993. Antes en 1991, murió el inolvidable Fermín. Curro tomó sus cenizas y dio con ellas una vuelta al ruedo para que su memoria recibiera por última vez la aclamación popular. Solo otro suceso triste en el gran escenario del sentimiento que es un circo taurino.

Continuará… Olé y hasta la próxima